martes, 2 de octubre de 2007

A Cuartos...

“Vamos por más”, dice Agustín Pichot, el capitán, con la alegría del primer objetivo cumplido y con la serenidad de que todavía falta. Sí, Los Pumas van por más. Festejan en la noche de París haber protagonizado el episodio más importante en la historia del rugby argentino, pero saben que ya desde mañana habrá que pensar en Escocia, el rival por los cuartos de final el próximo domingo en el Stade de France de esta ciudad. Así, partido a partido, han llegado hasta esta instancia del Mundial, pero más han llegado al corazón de todos los argentinos. Porque este equipo tiene, más que ningún otro, un corazón gigante. Tremendo.

Hay decenas de imagenes que se mezclan al momento de escribir este comentario. Es que fue muy fuerte lo vivido esta tarde en el Parque de los Príncipes de París. Porque Los Pumas jugaron el partido perfecto de acuerdo a lo planeado. Porque otra vez volvieron a dejar la vida en cada pelota. Porque jugaron a cara de perro sin desesperarse. Porque el test fue durísimo. Porque se vivió como un clásico y como una final. Porque los dos primeros minutos fueron preocupantes. Porque cuando Geordan Murphy hizo el segundo try a los 17 minutos del segundo tiempo pareció que se complicaba. Porque cuando faltaban tres minutos para el final los argentinos, enorme minoría, empezaron a agitar sus banderas y camisetas al famoso grito de “Es un sentimiento, no puedo parar…” Porque cuando el genial Juan Martín Hernández estampó su tercer drop (zurdazo de crack) todos, adentro y afuera, se empezaron a abrazar emocionados. Porque hubo músculos contracturados, corazones palpitando más de la cuenta, risas, cantos, saltos, lágrimas…Porque los amigos de toda la vida del club se pellizcaban por estar acá. Porque Mario Ledesma y Pichot alzaban a sus hijos. Porque Marcelo Loffreda y Daniel Baetti estaban desencajados de alegría. Porque hoy todos fueron Pumas.

Fue un partido puramente táctico, tal como se anunció aquí. Los Pumas sabían perfectamente lo que tenían que hacer, y lo hicieron. Pusieron, ante todo, la pelota siempre al fondo, casi nunca al touch, ejerciendo una presión que fue insostenible para Irlanda. Desgastaron con los forwards -gigantes-, avanzaron con el maul, tacklearon como fieras, aprovecharon las oportunidades cuando encontraron los espacios (los dos tries llegaron por las puntas, con los chiquititos, Lucas Borges y Horacio Agulla). Y fueron fríos para manejar un marcador que en un solo momento les fue adverso, cuando a los 31 del primer tiempo Brian O’Driscoll vulneró por primera vez en el torneo ese bastión que es el ingoal argentino.

Gonzalo Longo jugó un partido fenomenal, incluso complicando el line irlandés. La primera línea estuvo impecable con Rodrigo Roncero, Mario Ledesma y Martín Scelzo. Otra vez Patricio Albacete demostró que quizá es el mejor 5 del mundo. Juan Fernández Lobbe y Lucas Ostiglia rindieron en todas las facetas.

Los tres cuartos, también. ¿Qué más decir de Pichot? ¿Cuántos cracks hay como Hernández? ¿Y Felipe? Destruyó a tackles a O’Driscoll y lo volvió loco en el juego psicológico a Ronan O’Gara, a quien más querían ganarle los argentinos. Manuel, ubicado como primer centro, también fue un titán.

Estos Pumas conmueven al mundo del rugby. Pocos pueden entender a un equipo profesional con un corazón amateur. Como dijo sabiamente Pichot: “Nosotros vivimos el rugby de una manera muy especial”. Estos Pumas son los últimos románticos de este deporte y eso, precisamente, los hace más grandes.

Ya se fue Irlanda. Saldada la deuda del 2003. Francia tendrá que ir a jugar con los All Blacks en Cardiff. Los Pumas ganaron sus cuatro partidos, recibiendo sólo dos tries.

Ahora viene Escocia, el domingo a las 21, las 16 de la Argentina. Las semifinales están a solo un test de distancia. De no creer. Pero quizá esta historia, que ya es histórica, no termine aquí. Recordar a Pichot: “Vamos por más”. Que se une al “¡Vamos Pumas!”.

Fuente: Jorge Búsico - www.periodismo-rugby.com.ar