viernes, 8 de agosto de 2008

Mañana

Llegó el momento de escribir sobre lo estrictamente rugbístico. El test de mañana camina, como tantos otros en la leyenda de Los Pumas, por dos sentimientos diametralmente opuestos: el temor por una paliza y la esperanza de un batacazo. Está todo dado para una victoria abultada de los Springboks, pero, se sabe, los argentinos suelen agrandarse en estas paradas bien complicadas. Hay mucho en juego en este partido que no está incluído en las ventanas que determina el IRB. El último campeón del mundo contra el tercero; el revival de aquella semifinal disputada 10 meses atrás; el festejo por los 90 años de un héroe como Nelson Mandela; las nuevas reglas; los cómputos para el ranking; la atmósfera del Ellis Park; las distintas realidades e historias de los dos equipos. Todo eso estará puesto en la cancha durante los 80 minutos.
La pregunta que nos hacemos todos desde acá es si Los Pumas estarán en condiciones de ofrecerles batalla de igual a igual a los poderosos Boks. Las respuestas está en el campamento argentino en Johannesburgo. Pero en el intento de análisis hay elementos para poder soñar aunque sea por unos instantes antes de las 10, hora del kick-off. El primer punto está en lo señalado más arriba: a los rugbiers de camiseta celeste y blanca no se los pasa por encima así nomás y mucho menos cuando la mano viene cambiada. Hay una mística que no es verso ni un lugar común. Existe, y estos jugadores la tienen.
Otro aspecto pasará por saber si Los Pumas pueden poner en práctica los distintos aprendizajes que dejaron los múltiples enfrentamientos con los sudafricanos. En 1982, un ex entrenador Bok despechado (Nellie Smith) les explicó a los argentinos entre el test que había pasado en Pretoria con un contundente 50-12 y el que se venía en Bloemfontein que para jugarles a los Springboks había que determinar exactamente cuando una pelota era buena y cuando era mala. Aquel Sudamérica XV cumplió el plan y llegó la histórica victoria de 21-12. Más acá en el tiempo, Los Pumas pudieron comprobar esa diferencia en la semifinal del Mundial. O sea, una pelota no segura o un pase muy plano y anunciado es casi siempre try de los Boks.
Si se empieza por ese aspecto clave, el resto pasa por evitar, ante todo, el 1 a 1 contra un equipo que siempre hizo de su potencia física una cuestión de orgullo nacional. Ir al choque con los Boks es ir al muere. Nunca entrar en el ritmo de ellos. La idea -anticipada por Santiago Phelan- es tratar de perforarlos a través de los espacios, que cuando más cortos serán mejor. Los Wallabies hicieron eso en el último test del Tres Naciones. Cuando se esto se produce, los sudafricanos suelen descontrolarse y es ahí donde no hay que dejarles una sola acción sin marcales puntos.
Será primordial, como siempre, pero más con estas nuevas reglas, ganar o equiparar al menos la batalla de los forwards. Allí es donde se empezará a definir todo. Los Pumas tienen con qué, pues dentro de la sangría de retiros, lesiones y problemas con los clubes europeos que afrontaron de cara a este test, el pack fue lo que menos se debilitó. Estará Corcho Fernández Lobbe, un líder de los 8, y vuelven dos delanteros fundamentales para el equipo: Mario Ledesma y Patricio Albacete. Y la lista se completa con Rodrigo Roncero, uno de los mejores pilares del mundo, con dos con muchas guerras encima como Rimas Alvarez y Martín Durand y uno que ya sabe bien de qué se tratan estos partidos, como Juan Leguizamón.
El único novato del pack es Pedro Ledesma. Vale volver a aquel 1982. En Bloemfontein se produjo el debut de Serafín Dengra, que tenía incluso menos edad y experiencia que el actual jugador del Stade Francais. En el primer scrum, el temible pilar Ockie Oosthuizen lo quiso asustar y le partió la nariz. En el segundo reagrupamiento, Serafo le devolvió con la misma moneda, y asunto terminado. Fue el rubio de San Martín el que ganó la pulseada. Dengra tenía al lado en ese tiempo a Perica Courreges. Pedro lo tiene hoy a su lado a su hermano.
Si Los Pumas avanzan con su histórico scrum, hoy esa plataforma es ideal para atacar por el espacio que se deja para la marca contraria. Y en el line -Sudáfrica tiene uno de los mejores del mundo, sino el mejor- habrá que estar más que atentos para que no ser sorprendidos con la regla que no limita la cantidad máxima en esa formación.
Por el lado de los backs, Felipe Contepomi, que vuelve al puesto de apertura, tendrá una responsabilidad enorme más allá de su rol de capitán. Además de imprimirle la calma necesaria a Nicolás Vergallo y a todo el equipo, el mellizo será el encargado de los kicks tácticos, que sí cambian absolutamente con estas reglas. Ya no hay que buscar el touch, sino que los envios deben ser bien al fondo o paralelos, tratando de arrinconar al rival. Y habrá que poner un candado en el centro de la cancha y no fallar jamás en el primer tackle. Y, si es posible, buscar el doble tackle para recuperar la pelota. También deberán estar cien por ciento concentrados los tres de atrás cuando sean los Boks los que traten de avanzar con el pie.
Los Springboks no sólo tienen a favor la localía, el compromiso con Mandela y su poderío, que es superior al de Los Pumas. No hay que olvidarse que son los campeones del mundo. Pero también llegan con ventaja porque vienen con ritmo de competencia y con la tropa entera, al punto que reservaron nada menos que a los temibles Bryan Habana y Schalke Burger y mandaron al banco a tres estrellas del Mundial como Du Preez, Fourie y Montgomery.
El que ocupará la punta de Habana, Jongikhaya Nokwe, también negro, es más grande de fisico y, dicen, casi tan rápido. Habrá que ver cómo asume ser el único debutante en su equipo.
Otra mirada estará centrada en las nuevas reglas. Insolitamente, algunos medios sudafricanos
sostienen , según consignó el sitio prematch, que estas favorecerán a los argentinos. En ese sentido hay un hecho clave: no regirá el empleo del free-kick con el que los Boks vienen disputando el Tres Naciones. Y le apuntan al árbitro inglés Wayne Barnes, quien aparentemente tuvo más de un problema en su debut con las ELVs en un partido de la Currie Cup.
Los argentinos deberán proponerse un diez en disciplina y reducir a un dígito la cantidad de penales. Atención especial con la situación tackle/ruck y la liberación inmediata de la pelota. Recordar siempre lo sucedido con Italia.
Si Los Pumas pueden sostener físicamente el ritmo de los 80 minutos y también la concentración, existe el espacio para la esperanza. De lo contrario, será cierto aquello del temor.
Por último, hay dos aspectos que no se pueden soslayar. Si Los Pumas ganan, recuperarán el tercer puesto del ranking y se los tomará más en serio para futuras competencias internacionales, aunque está claro que esto no depende de los jugadores. Si Los Pumas pierden por más de 15 puntos, mantendrán el cuarto lugar, pero Inglaterra quedará demasiado cerca, además de que esto puede servirle de excusa a los popes del rugby para seguir sin tenerlos en cuenta. De todos modos, el objetivo sigue siendo armar un equipo para el futuro. Es el inicio de una nueva etapa. Se da en un partido de alto riesgo, pero histórico.

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