martes, 28 de agosto de 2007

La historia de los Mundiales IV

Dentro de un historial mundialista realmente corto, la Copa del Mundo de Gales 1999 fue el certamen más elogiado hasta ese entonces, siendo además un evento que le dio a este deporte un espaldarazo notable para el posterior desarrollo de muchos equipos emergentes, entre los cuales la Argentina inauguró un papel muy destacado. Es cierto que con solamente tres Mundiales como antecedente no se puede hacer gala de muchos méritos, pero sí puede destacarse que a partir de aquí, el rugby comenzó a gozar de una buena parte del despegue que con tanto ahínco se le estaba solicitando.
Sesenta y cinco países intentaron clasificar para esta copa, lográndolo 20, un aumento de cuatro comparado con las 3 finales anterories. Las estimaciones sugieren que mucho más de 300 millones de personas miraron el Mundial en la televisión, y que las ganancias superaron todos los récords existentes.

En 1999, Australia demostró que estaba un escalón por encima de todos los demás seleccionados. Jugó en un alto nivel y entre las razones que llevaron a los Wallabies a la conquista de su segunda corona, habrá que mencionar la gran defensa que mostró a lo largo de todo el torneo (sufrieron un solo try, ante USA, y los australianos actuaron con suplentes) y el juego colectivo. Las aristas más destacas del seleccionado australiano fueron el medio scrum George Gregan, el back Matt Burke (autor de 101 puntos) y el segunda línea John Eales, que luego de la obtención de la corona se despidió del rugby.
Este será uno de los Mundiales más recordados por todos los argentinos.
Se puede decir que la Copa del Mundo de Gales fue, sin duda, la RWC del despegue para el rugby nacional. Los Pumas terminaron 5tos. (nunca antes habían superado la primera ronda) y el apertura Gonzalo Quesada logró convertirse en el goleador del certamen con 102 puntos (uno por encima del australiano Matthew Bruke). Además del honor de ser el máximo anotador, se dio el gustazo de recibir el premio Botín de Oro.
Hasta 1999, Los Pumas no trascendían mayormente en el plano rugbístico mundial; conociéndose entre ellos apenas un puñado muy pequeño de jugadores que había decidido " aventurarse " a tierras lejanas para perfeccionar su nivel de competencia, ante el estancamiento " tradicional " del rugby en el marco local.
Aunque la base del equipo que jugó la cuarta Copa del Mundo se mantuvo desde varios años antes, en este certamen seguramente llegó a su pico de máximo rendimiento; desatando una verdadera explosión argentina, después de aquel memorable encuentro frente a Irlanda, que cambió la historia contemporánea del seleccionado de rugby de nuestro país.
En este Mundial, el debut fue ante el local, en el Millennium de Cardiff, Los Pumas llegaban heridos. No sólo porque acumulaban ocho derrotas consecutivas en Mundiales, sino porque habían tenido que soportar un sinfín de inconvenientes en su camino hacia el torneo. El rival era Gales, que arribaba entonado ante su público. Entonces, el equipo arriesgó poco, se dedicó más a defender y a que la moral no quedara golpeada de cara al que sí era el test más trascendental, frente a Samoa. Ello ocurrió con un marcador de 23-18.
El segundo test fue frente a Samoa, que se presentaba como un duro rival . La dureza del conjunto del Pacífico se hizo sentir a lo largo de los primeros cuarenta minutos, donde la Argentina recibió un try, dos penales y una conversión; anotando en su favor solamente un penal. Sin embargo, este sería el partido de Gonzalo Quesada, porque al try marcado por Allub a los 29', el apertura sumó nada menos que siete penales y un drop, abriendo así una de las mayores características con las que contaron Los Pumas a lo largo de este certamen: el kick del ex Hindú.
Ante Japón la cosa fue mucho más relajada que contra Samoa. Los Pumas no se fiaron ni se confiaron; pero sí lograron efectivizar el control del juego, sellando una valiosa victoria con un claro marcador de 33 a 12.
Hasta aquí vinimos hablando de un quiebre muy positivo en la historia contemporánea del seleccionado argentino. Precisamente, todos los puntos que puedan remarcarse sobre esta Copa del Mundo, quedaron sintetizados en el extraordinario encuentro que Los Pumas jugaron frente a Irlanda en Francia, donde los argentinos no sólo consiguieron un paso histórico hacia los cuartos de final, sino que además hicieron de este partido el momento elegido para dejar la firma original del verdadero nivel que alcanzaron, creando una imagen del rugby nacional altamente elogiada.
Lamentablemente, el sueño argentino de quedar al menos entre los cuatro primeros no pudo conseguirse, después de un complicado encuentro ante Francia, con un 47-26 en contra, en donde igualmente Los Pumas dejaron todo.

Pero esta derrota - por otra parte muy entendible - no mancha para nada la excelente labor que llevó a cabo este plantel a lo largo de toda esta competencia, haciéndose de un lugar entre los grandes, y sobre todo, devolviéndole al rugby argentino un impulso de vitalidad que desde hace muchos años no alcanzaba a efectivizar.

Una despedida digna, con la mente y el corazón en lo más alto, porque más allá de todo lo que se diga antes o después de cada partido, lo que hicieron Los Pumas en Gales 1999 mostró a las claras el verdadero amor a la camiseta que sienten estos jugadores, muy a pesar del magro apoyo general con el que contaron por parte de sus dirigentes.


Francia, el verdugo de los argentinos en cuartos, daba el mayor golpe en la historia de los Mundiales al eliminar en las semifinales a los All Blacks, en el mítico Twickenham. Fue una actuación soberbia de los franceses, quienes dijeron que el partido con Los Pumas les sirvió de inspiración para voltear al candidato de todos.
En la otra semifinal, los Wallabies australianos vencían a los Springboks sudafricanos con un drop agónico de Stephen Larkham y accedían por segunda vez a una final, tratando de repetir la conquista de mil novecientos noventa y uno.
Y Francia, que ya había dado todo en la semifinal, no fue rival en el partido decisivo jugado en Cardiff. Australia resultó infinitamente superior y terminó ganando por el marcador más holgado en una final (35-12). John Eales, el capitán, y Tim Horan se convertían, además, en los únicos en ganar dos Mundiales.
Se iba así un año inolvidable. Los Pumas lo habían hecho posible.

Foto1: El gran capitán John Eales sostiene la Copa
Video: Himnos argentino y galés en la apertura de la RWC 1999


2 comentarios:

Anónimo dijo...

Se me eriza la piel gurises leyendo esto. Este año sera nuestro mundial? Creo ke si, si bien estos dos ultimos partidos fueron medios medios, los pumas estaran a la altura de las circunstancias. Tengo una emocion ke viene el mundial, el edicto de arriba, una masa, vaya si no será asi! En septiembre y octubre, rugby, rugby y juanita!
Abrazo a todos.
Juge.

Anónimo dijo...

Lejos el 99 fue el mejor Mundial de rugby, por lo logrado por los Pumas, una verdadera visagra en la historia del rugby criollo, por la calidad de los equipos, sobre todo Australia ( el campeon) con un Tim Horan imparable, Francia que si bien llego de capa caida derroto en semis a los All Blacks sin guardarse nada, con un rugby dinamico y vistoso, en el (para mi) mejor partido de la historia de los mundiales.
Un abrazo para todos, especialemnte para el editor